Las emociones desde 4 puntos de vista

El miedo nos pone en alerta y nos hace huir del peligro, lo cual, obviamente, puede salvarnos de morir. La cólera nos tensa muscularmente, proporcionándonos calor y preparándonos para la pelea, lo cual ayuda a triunfar…

Como te comenté en mi columna anterior, hoy seguiremos hablando sobre las emociones, ya que es un tema en el que no ha sido fácil ponerse de acuerdo, al menos no aún, de manera que hay cuatro grandes teorías que intentan explicarlas.

Revisarlas nos va a ayudar a entenderlas un poco mejor y así poder conocernos más y estar un paso más cerca de la felicidad.

La primera teoría: Nos emocionamos porque está en nuestros genes

Esta afirmación se refiere a que nacemos con un paquetito de emociones y las experimentamos porque éstas nos han permitido sobrevivir mejor en nuestro entorno natural, esto quiere decir que han sido seleccionadas en el transcurso de la evolución de nuestra especie y continúan transmitiéndose por herencia de un ser humano a otro.

Por ejemplo: el miedo nos pone en alerta y nos hace huir del peligro, lo cual, obviamente, puede salvarnos de morir. La cólera nos tensa muscularmente, proporcionándonos calor y preparándonos para la pelea, lo cual ayuda a triunfar sobre nuestros rivales e igualmente nos salva. El deseo nos invita a buscar pareja para la reproducción, y a nivel de la especie humana provoca que el ser humano no desaparezca de la faz de la Tierra.

La segunda teoría: Nos emocionamos porque nuestro cuerpo se emociona

Esta teoría sostiene que primero sentimos y después nos emocionamos. Normalmente creemos que temblamos porque tenemos miedo, o lloramos porque estamos tristes, pero esta corriente señala que debido a que temblamos, sentimos miedo, que el hecho de llorar es el que nos pone tristes.

Por ejemplo: si tenemos un accidente de tráfico, en el primer momento no sabemos qué pasó, sentimos miedo después del choque y pensar en todo lo que nos pudo haber pasado.

La tercera teoría: Nos emocionamos porque pensamos

Esta teoría afirma que dependiendo de lo que pensemos será la emoción que sintamos.

Por ejemplo: si dejo un recado en la contestadora a una amiga y ella no responde, podría pensar que “no tiene ganas de verme”, entonces me entristezco, pero si pienso que “mi amiga está enamorada y es por eso que no me busca”, entonces posiblemente sienta alegría o envidia; por el contrario, en caso de pensar que ha sufrido un accidente, entonces a lo mejor siento inquietud.

Esta teoría me gusta mucho porque nos da el control sobre nuestras emociones y propone que “si cambio mi pensamiento, cambia mi emoción”. Para lograr esto es muy importante verme, oírme y sentirme, para realmente poder hacer un cambio.

Siguiendo con esta corriente, nunca dejamos de clasificar los acontecimientos, y esas clasificaciones que hacemos van de la mano de lo que pensamos, entonces, estos pensamientos que se clasifican pueden ser:

  • Agradables o desagradables.
  • Previstos o imprevistos.
  • Controlables o incontrolables.
  • Un acontecimiento causado por nosotros o causados por otros.

Dependiendo de la combinación de estas clasificaciones pueden surgir emociones diversas:

Por ejemplo: Si clasificamos un acontecimiento como imprevisto, desagradable, incontrolable y que es debido a otro, podemos sentirnos encolerizados, como cuando nos chocan el coche; pero si es previsto, desagradable y controlable, nos puede provocar ansiedad, como cuando nos programan una cirugía. En cambio, si es agradable, previsto y controlable, nos da gusto (como cuando tenemos una cita amorosa).

Los seres humanos hacemos muchas de estas combinaciones todos los días y a todas horas, pero ¿nos damos cuenta? La verdad es que muchas veces no; hacemos las clasificaciones, pero no nos detenemos a ver cuál es la clasificación que hice y si es correcta y buena para mí.

La cuarta teoría: Nos emocionamos porque es cultural

Esta teoría se refiere a que nos emocionamos porque es un “rol social”, ya que la sociedad en la que nacemos nos lo enseña y entonces todos entendemos que esto suceda así.

Por ejemplo: nos entristecemos cuando pierde nuestro equipo de futbol favorito o nos enojamos muchísimo si no recibimos el aumento de sueldo que estábamos esperando; lo más interesante de situaciones como ésas es que nadie en nuestro entorno social se sorprendería de que experimentemos esas emociones, pero es muy probable que personas pertenecientes a otra cultura sí nos cuestionarían al respecto: “¿Lloras porque no ganó un equipo de futbol?”.

Las emociones varían entre continentes; por ejemplo, en algunas culturas llorar en público provoca atención y simpatía, pero en otros grupos sociales es un signo de falta de virilidad y autocontrol, lo cual está muy mal visto.

Estas cuatro teorías parecerían contradictorias, pero en realidad son complementarias; como ya les comenté, el estudio de las emociones aún está en pañales y debemos tener una concepción integral, de lo contrario, sería como si estuviéramos estudiando a un elefante y sólo pusiéramos atención en las patas o en la trompa. Si eso sucediera solamente tendríamos una visión parcial del elefante; lo mismo pasa con las emociones, es necesario estudiarlas y entenderlas desde estas cuatro perspectivas que nos dan una visión muchísimo más amplia.

Con el tiempo, las emociones se han ido clasificando de diferentes maneras, pero se dice que hay seis emociones fundamentales:

  1. Alegría
  2. Sorpresa
  3. Tristeza
  4. Miedo
  5. Aversión
  6. Cólera

Todas las demás emociones son las combinaciones de las seis que acabamos de mencionar. Entre las más comunes podemos mencionar:

  1. Empatía
  2. Ecuanimidad
  3. Esperanza
  4. Sinceridad
  5. Flexibilidad
  6. Concordia
  7. Placer
  8. Desprecio
  9. Apuro
  10. Culpabilidad
  11. Soberbia
  12. Vergüenza

Podríamos seguir nombrando muchas emociones más; hay estudios que nos hablan de hasta 26 diferentes tipos, incluso, hay otros que refieren 90.

Las emociones nos sirven para enfrentar nuestra vida; hay momentos en los que las reacciones y acciones que tenemos nos ayudan a sobrellevar un problema o situación que se nos presenta, pero en muchos otros no nos ayudan, parecería que nos sobrepasan.

Y precisamente por eso es muy importante la “Regulación emocional”, no la negación de ésta, sino “bajarle el volumen”, poder sentirla, expresarla y vivirla, pero de manera correcta, tanto para la sociedad y sobre todo para ti.

Si tienes algún tema en particular del que te gustaría que yo escribiera, escríbelo en comentarios y con gusto lo tomo en cuenta.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome, gracias. 

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