Los cuatro dragones a vencer

Al miedo lo veo como un abuelo que me quiere proteger y que yo tengo que observar atentamente de qué me quiere proteger. En ocasiones, su protección es necesaria porque me encuentro frente a un peligro real y escucharlo y hacerle caso, literal…

 Miedo, tristeza, enojo, vergüenza

Ya entrados en el tema de las emociones, quiero hablar de lo que yo considero son los cuatro dragones a vencer: cuatro emociones, cada una de ellas con sus características propias, expresiones particulares y singularidades. En esta entrega hablaré del miedo, que es sin duda una de las emociones más experimentada y menos entendida. A mí me tomó, y me sigue tomando, mucho tiempo de entender, hablar y regular mi miedo, lo que sí puedo decirles es que ahora es mi cómplice, mi amigo, el que me cuida.

Al miedo lo veo como un abuelo que me quiere proteger y que yo tengo que observar atentamente de qué me quiere proteger. En ocasiones, su protección es necesaria porque me encuentro frente a un peligro real y escucharlo y hacerle caso, literal, me salva la vida, pero en otras circunstancias exagera un poco, puede alertarme de algo que no es de vida o muerte, como por ejemplo, cuando me invade el miedo de pararme frente a un auditorio lleno de personas y dar una conferencia que sí preparé. Es en esos momentos cuando hablo con el miedo y le digo, “tranquilo, sólo es una conferencia, no es la guerra, nadie tiene un fusil ni nos van a disparar”, eso me ayuda muchísimo a tranquilizarme.

Pero, ¿qué es el miedo? El miedo es la emoción de peligro, se nos acelera el corazón, se contraen los músculos, nos tiemblan las manos y se nos ponen frías. De ahí la expresión, “me congelé de miedo”. Nuestro rostro empalidece y se nos pone la piel de gallina.

¿Para qué sirve? Nos prepara para la acción física, ya sea la lucha, la huida… “salí corriendo de miedo” o para dejarnos inmóviles.

Regularmente, si no es que la mayoría de las veces, no nos percatamos que tenemos miedo, nos cuesta trabajo identificarlo y hasta en ocasiones lo sentimos cuando ya pasó el peligro y nuestro corazón late a “mil por hora”.

El miedo también tiene un rostro que podemos identificar cuando lo vemos en los otros, los ojos y la boca se abren y las cejas se enmarcan.

Hay diferentes tipos de miedos:

  • Los miedos naturales o universales: el miedo a algunos animales, a las alturas, la sangre, a los espacios cerrados, al agua, a las tormentas, a lo desconocido, a la oscuridad.
  • Los miedos culturales: este tipo de miedos suele cambiar según el periodo histórico, como las enfermedades (peste bubónica, la plaga, el cáncer, el SIDA), los duendes, el diablo, las brujas, los vampiros o el Chupacabras.
  • Los miedos reales: estos son miedos que casi todos los seres humanos compartimos, el miedo a la muerte, a la pérdida de la autonomía, la soledad, a la mutilación, a lo desconocido.
  • Los miedos irreales: solemos hacernos muchas historias en la cabeza que sólo son fantasías pero que nos evitan avanzar, crecer, ser felices; como el miedo al rechazo, al fracaso, al NO puedo, a cosas imaginarias

¿Cómo puedo regular los miedos, bajarles el volumen, identificarlos?

  • Lo más importante es aceptar que sí los siento e identificar qué tipo de miedo es, eso me va a ayudar a tener más control sobre el mismo. Una vez identificado, tengo que aceptar que es una emoción con la que tengo que aprender a vivir, que voy a experimentar ciertas sensaciones porque me están alertando, me cuidan, me protegen y tengo que enfrentarlo para resolverlo, no ignorarlo.
  • Es recomendable familiarizarse con nuestras emociones, entenderlas, traducir lo que me quieren decir y hacer que trabajen en mi favor, no en mi contra.
  • En mi próxima entrega hablaré del segundo dragón a vencer, la tristeza.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome. Gracias.

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